Quienes somos
Las Madres hemos recorrido un largo camino que se inicia un 30 de abril de 1977, en plena dictadura militar, a instancias de Azucena Villaflor de De Vincenti, cuando catorce mujeres hacen pública la "desaparición forzada" de sus hijos a través del accionar genocida del terrorismo de Estado.
Sobre la base de los principios de la Doctrina de la Seguridad Nacional, a partir del golpe militar perpetuado en el año 1976 en nuestro país, la violencia del Estado avanzó contra la vida y la integridad de las personas. No podemos dejar de mencionar que ya en los años 1974 y 1975 el accionar terrorista de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) durante el gobierno constitucional de Isabel Perón, se conocían alrededor de 2000 detenidos y desaparecidos.
En un principio nos preguntábamos "¿a vos te pasa lo mismo que a mí?", no nos importaba, ni nos importa, la ideología, ni la religión, ni la condición social de cada una, marchábamos unidas en el desgarro por el dolor del hijo ausente, enloquecidas porque nos habían arrebatado lo más entrañable.
Con el tiempo el dolor se transformó en lucha y la lucha en resistencia activa que lejos de paralizarnos, nos movilizó y nos dio valor.
Comenzamos a construir nuestra identidad identificándonos por un "pañuelo blanco", que luego llevó los nombres de nuestros hijos a fin de rescatarlos del anonimato, mediante la toma de un lugar público, "la Plaza de Mayo". Comenzamos a girar alrededor de la Pirámide y este accionar se continuó todos los jueves de 15,30 a 16 hs., gestándose así la histórica ronda de las Madres. Este espacio en el que actualmente se encuentran pintados los pañuelos blancos, ha sido declarado "Sitio histórico" por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Allí surgieron las primeras consignas que se gritaban al finalizar cada ronda, "Con vida los llevaron, con vida los queremos", "Aparición con vida".
La unión de las Madres trascendió lo individual, adquiriendo valor como movimiento de conjunto que supo enfrentar al terrorismo de Estado que se había instalado en nuestra República.
También fueron víctimas de este accionar terrorista tres de nuestras primeras madres: Azucena Villaflor, María Eugenia Bianco y Esther Careaga , quienes en diciembre de 1977, mediante un operativo de las fuerzas armadas fueron secuestradas de la Parroquia de la Santa Cruz. Supimos que fueron llevadas a la ESMA, torturadas y arrojadas vivas al mar.
El 20 de diciembre del mismo año aparecieron sus cuerpos en las costas de Santa Teresita que fueron guardados en el cementerio de General Lavalle. En 2005 fueron identificados los restos por el Equipo de Antropología Forense, tres de los cuales correspondían a nuestras madres Azucena, Esther y Mari. Juntas se las habían llevado, juntas lucharon, juntas las mataron y juntas las devolvió el mar.
Como en todo movimiento hubo diferencias de criterio que fueron ahondándose hasta distorsionar los objetivos fundacionales. Esto sucedió en el año 1986 cuando se produce la división de la Asociación Madres conformándose la "Asociación Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora."
Las Madres hemos marchado y marchamos convencidas de lo justo de nuestra causa. Quisimos saber que había pasado con nuestros hijos. Exigimos que se nos dijera quién había decidido sus destinos, cómo, cuándo, dónde y por qué. Así continuamos con la ausencia dolorosa de toda una generación, ausencia con búsqueda sin respuesta.
Nuestras voces las hacemos conocer en el exterior. Como resultado surge el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, OEA, que fue elaborado en plena dictadura. Tal Comisión arribó a la Argentina y durante dos semanas investigó las violaciones a los derechos humanos ocurridos en el país. En su informe afirma "La Comisión ha llegado a la conclusión de que por acción u omisión de las autoridades públicas y sus agentes en la República Argentina se cometieron durante el período 1975 – 1979 numerosas y graves violaciones de fundamentales derechos humanos". A partir de sus conclusiones, la Comisión recomendó "enjuiciar y sancionar, con todo el rigor de la ley a los responsables de estas muertes", y con respecto a los detenidos-desaparecidos, informar circunstancialmente sobre la situación de estas personas.
Ya en democracia, durante 1983 y 1984, los miles de testimonios reunidos por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas constituyeron la primera aproximación al conocimiento del horror. Se pudo probar que la política represiva siguió un plan sistemático y así lo afirma el libro "Nunca Más" redactado por esta Comisión.
La democracia rompe el silencio y cada uno explica lo sucedido a su manera: "guerra", "teoría de los dos demonios", "excesos", palabras que adquirieron mayor fuerza con el juzgamiento de las cúpulas de las fuerzas armadas durante el gobierno del Presidente Dr. Raúl Alfonsín.
Por estas diferencias de interpretación de lo ocurrido durante la dictadura, nos vimos obligadas a comprender y hacer comprender la verdadera naturaleza política, social y económica del terrorismo de Estado. Es así que entendimos que a partir del proceso militar, se impone en nuestro país, un modelo de concentración económica y exclusión social que aún hoy padecemos, por lo que consideramos que el terrorismo de Estado fue el brazo armado del poder económico.
El Juicio a las Juntas Militares fue la primera experiencia válida que concretó nuestro reclamo de Justicia. Pero desgraciadamente, estos caminos de Verdad se cerraron con las leyes de impunidad: "Obediencia Debida y Punto Final" y con los indultos que beneficiaron en los años 1989 y 1990 a los militares implicados en el terrorismo de Estado y que decretara el entonces Presidente Carlos Menem.
Durante estos 30 años y como fruto de la lucha inclaudicable del pueblo junto a los Organismos de Derechos Humanos y la voluntad política de algunos gobernantes se han podido obtener importantes logros a nivel nacional e internacional. Uno de ellos es la anulación de las leyes antes mencionadas en el año 2003 por el Congreso de la Nación, además la Suprema Corte de Justicia de las Nación las declaró inconstitucionales.
En el año 1981 surge la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de detenidos-desaparecidos, FEDEFAM, de la que forman parte las Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadoras. Las Madres asistieron al primer Congreso en Costa Rica, en enero de 1981, y desde entonces Madres integró esta Federación comprendiendo los momentos terribles que vivíamos en nuestro país, considerando que ella podía colaborar levantando la voz y denunciando donde nosotras no llegábamos.
En FEDEFAM comprendimos la necesidad de una Convención, y nos pusimos en la lucha ante las Naciones Unidas, en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, desde el año 1983. Muchos años nos demandó este anhelo y con gran tenacidad participamos en todas las reuniones que podían aceptar y aprobar nuestro pedido. Después de 23 años fuimos escuchadas junto a los familiares de otros continentes y compañeros de distintas ONG internacionales que estuvieron a nuestro lado, finalmente después de tres años de trabajo intenso fue reconocida y aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, en diciembre el informe definitivo aprobado por el Grupo de Trabajo Internacional, en septiembre del 2005 en Naciones Unidas de Ginebra y luego en junio del 2006 , fue aprobado y consensuado por el Consejo de Naciones Unidas por unanimidad, destacando el trabajo de las Madres en dicha Comisión y a lo largo del tiempo transcurrido desde que se presentó el primer Proyecto de Convención.
Hoy debemos preocuparnos porque los países la firmen (reconozcan o acepten) y los Cuerpos Legislativos de cada uno la ratifiquen. Así podremos las familias estar más tranquilas porque la desaparición forzada pueda ser prevenida bajo la vigilancia de un Organismo Internacional como las N.U. y podamos llegar algún día a cumplir nuestro sueño. "No más Desapariciones Forzadas en el Mundo". No más delitos de Lesa Humanidad.
En Argentina se está trabajando para que los centros clandestinos de detención sean recuperados y convertidos en "Sitios de Memoria".
Cabe destacar la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo que han recuperado 87 nietos y siguen en su lucha por encontrar a los que faltan.
Se están confeccionando el archivo de la Memoria para preservar documentación, se han reabierto decenas de causas y hay alrededor de 250 represores procesados y detenidos que tienen garantizados todos los derechos que negaron a sus víctimas.
Se han obtenido dos condenas: la del "turco" Julián en Buenos Aires y de Etchecolatz en la Plata con ejemplares sentencias condenatorias.
La condena de este último, la de Etchecolatz, ha traído como consecuencia que uno de los principales testigos, Julio López haya sufrido nuevamente el horror de "la desaparición" que aún continúa, y pedimos al Estado Nacional y al Estado Provincial que cumplan con su indelegable responsabilidad de esclarecer "la desaparición" de un ciudadano argentino.
La dictadura apuntó a romper los lazos sociales y a pesar de eso y como continuación de la lucha de la Madres, la Abuelas, los familiares y los ex-detenidos surgen los H.I.J.O.S (Hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio) que irrumpen en la historia en el año 1995 e introducen nuevas formas para exigir justicia y denunciar la impunidad. Actualmente también se ha formado la agrupación Hermanos por la Verdad y la Justicia que intenta una nueva narración de la historia a partir de sus vivencias como testigos pares de los hechos que padecieron sus hermanos.
Merece un reconocimiento muy especial la labor llevada a cabo por el Equipo Argentino de Antropología Forense que intenta devolver un nombre y una historia a quienes fueron despojados de ambos a través de su inscripción como N.N.
También abrieron nuevos caminos los Juicios por la Verdad que se desarrollaron en algunas ciudades del país y los juicios en el exterior: España, Italia, Francia, Suiza, Alemania, que sirven para el esclarecimiento del destino de miles de desaparecidos y abren las puertas para el necesario castigo. Además confirman el carácter de "crímenes de lesa humanidad y establecen el principio de justicia universal".
Ya en democracia algunos sectores afirmaban que nuestras actitudes podían provocar la disolución nacional y proponían, a través del olvido, "la reconciliación nacional". Esto nos impulsó a pedir con mayor fuerza Juicio y Castigo afirmando que esto no es venganza sino simplemente Justicia.
Durante estos 30 años sigue vigente el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia, valores que se instalan en la sociedad como memoria colectiva. Esta Memoria es el resultado de una construcción conjunta que tiene como objetivo transformarnos en testigos de lo que pasó en nuestro país. A través de la palabra y nuevas narraciones, le damos a la Memoria el lugar que merece: la transmisión de la Verdad que permite una nueva revalorización de la historia a partir del horror vivido.
No nos basta la sanción moral ya que en nuestra patria hubo un plan sistemático de horror perpetuado por el terrorismo de Estado, que incluyó el allanamiento, el secuestro, la detención en lugares clandestinos, la tortura, la apropiación de menores, la desaparición seguida de muerte por armas de fuego o por los horrorosos vuelos de la muerte que consistían en arrojarlos vivos al mar.
Nosotras como Organismo de Derechos Humanos, decimos no a la violencia pero con la misma fuerza, no a la resignación. Nuestra acción fue, es y será una resistencia activa basada en el respeto a la dignidad humana por y para la vida. Es decir enlazamos el permanente pedido de Verdad y Justicia con las reivindicaciones actuales de los derechos humanos, defendiendo los derechos económicos, sociales y culturales de las personas y de los pueblos.
El tema del terrorismo de Estado entró en la vida de la sociedad con mayor o menor fuerza. Una parte importante de ella parecía enferma de amnesia, algunos fueron cómplices y otros indiferentes, pero la denuncia permanente de los organismos de derechos humanos y el compromiso de un sector importante de la sociedad permitió que los detenidos-desaparecidos dejen de ser N.N. como querían sus represores u como manifestara el dictador Jorge Rafael Videla cuando, consultado sobre le tema, respondiera: "los desaparecidos no son, no están, no tienen identidad".
Nuestros hijos son y están, todos tienen nombre y apellido, son Beatriz, Juan, Carlos, Irene, Susana.... y son los 30.000 que no sólo están en el recuerdo sino en la vida misma, en la construcción diaria de la memoria colectiva.
El tener memoria es luchar contra la impunidad, es rescatar la fantasmal categoría de "desaparecidos" a los miles de seres humanos que, por aspirar a una sociedad verdaderamente justa y ejerciendo una militancia política y social fueron secuestrados, torturados y asesinados.
En esta reconstrucción de la Verdad, unidas la vida y la militancia de nuestros hijos, sus proyectos y su participación política, que respondían a las opciones que cada uno había elegido. Formaron parte de una generación comprometida con la historia de su tiempo y de su pueblo, caracterizada por la solidaridad, el compromiso y la entrega.
Todos y cada uno de los detenidos-desaparecidos viven en la memoria de compañeros y amigos que compartieron su compromiso. También están presentes en los ideales de aquellas personas que aunque no los conocieron, hoy siguen luchando por la dignidad del hombre y de nuestro país, por la educación, por la salud, la justa distribución del salario en los sindicatos, en escuelas, en centros asistenciales y en tantos lugares más y por sobre todo, están vivos en nuestro corazón y en el accionar cotidiano de nuestras familias y lo estarán por siempre mientras tengamos vida.
Agradecemos a todos aquellos que nos han acompañado en estos 30 años permitiéndonos mostrar la Verdad de lo sucedido, esa Verdad que alumbre y construya el presente, no permitiendo que el dolor paralice y el horror vuelva a repetirse. Este compromiso por la Memoria, la Verdad y la Justicia es un deber indelegable nacido del amor por nuestros hijos y por la vida.
Historia
Cuando asume el actual gobierno, elegido por el pueblo, las diferencias entre las madres que hoy formamos Línea Fundadora y las que lidera Hebe de Bonafini se profundizan.
Nosotras sostenemos que no existe democracia interna, que hay desborde en el discurso, marcado tinte político partidista en el periódico y en el mismo discurso –que está invariablemente a cargo de la misma persona-; no se cumple con lo resuelto en sesiones de comisión directiva; no se acepta el cumplir con lo establecido en los reglamentos –por ejemplo, llamar a asamblea anual donde se consideren memoria y balance; se desvirtúa el proyecto de que las filiales del interior envíen una o dos representantes, una vez al mes, a reuniones de Comisión Directiva con voz y voto en las deliberaciones.
Queríamos también que, como toda asociación civil que se respete, se lograra la Personería Jurídica, que es la responsabilidad de la Asociación ante lo social y jurídico, pero hasta el momento todo está estancado.
Queríamos, la Línea lo hace actualmente, unirnos a los otros organismos de derechos humanos en acciones comunes, porque la unión nos da la fuerza a todos. Además, hay tres temas respecto de los cuales existen profundos desacuerdos. Nosotras creemos que, cuando las condiciones están dadas, debe procederse a las inhumaciones de cadáveres. Estas prueban que el motivo de la muerte no fue un enfrentamiento armado. El orificio de bala en la nuca, el corazón o la cabeza está causado desde 20 centímetros de distancia, y se constatan señales de tortura, falta de las manos o que están atadas. Pero, asimismo, no es posible, no es humano privar a los padres, hijos, hermanos y demás parientes de esa constatación.
Un segundo tema es el subsidio que otorga la ley 23.466 a quienes dependen del padre o de la pareja desaparecida. Creemos que muchos hijos de los desaparecidos tienen derecho a no pasar hambre, a tener ropa decente, útiles escolares necesarios, y ratos de recreación, como todos los chicos. Mediante esta ley se reconoce, además, el hecho de las desapariciones, porque establece que el beneficio cesará ante la aparición del desaparecido –y no obliga, en cambio, a diligenciar el presunto fallecimiento-.
Un tercer tema es el de los homenajes a los desaparecidos en colegios, gremios, hospitales, universidades, instituciones, plazas. Creemos importante para la viva memoria de los desaparecidos, y la reivindicación de los ideales por que lucharon, una placa con el nombre de éstos, el presunto motivo del secuestro y el propósito de no olvidar y de proseguir las luchas por un mundo mejor. Además está el hecho invalorable de que los alumnos que organizan esos actos de justicia y de memoria, no han sido compañeros de los secuestrados sino que enterados de lo que sucedió, su sentido de equidad, protesta e indignación los lleva a actuar en esa forma.
Creemos, también que en todos los sitios que fueron campos de concentración debe figurar una placa que diga: "Aquí se torturó, se violó, se asesinó vilmente, se atropelló en toda forma la dignidad humana. Luchemos para que este horror no se repita".
Estas son nuestras razones, fueron tomadas las consecuentes decisiones con hondo dolor y porque no hubo otro remedio. Salimos de la casa común tal como habíamos empezado, sin sede y sin un centavo, pero con el firme propósito de seguir siendo las celosas defensoras de los principios que nos fundaron y proseguir la lucha con la dignidad y ética que nos caracterizaron siempre en el tiempo que llevamos trabajando. Contamos con la consideración general.
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